Realmente de "romano" había poca cosa, la calle principal estaba llena de paradas de productos artesanales españoles y árabes, y luego una transversal con alguna cosita sobre Roma. Más que nada era informativa, había una señora que explicaba con qué productos se hacían ungüentos y cosméticos para el cuidado personal; como por ejemplo: dejar a secar la parte viva del caracol y machacarla juntamente con harina de haba -sí, la baba de caracol no es ningún invento moderno-, un señor que hacía monedas a mano, otro que elaboraba vidrio, unos señores que formaban una cuerda a modo tradicional, una parada de ropa, etc. Quería hacer un reportaje fotográfico, pero mi cámara decidió quedarse sin batería antes de llegar a todo este apartado, así que sólo os podré mostrar un par de fotos que pude hacer antes.
La comida fue lo mejor de todo, cogimos un menú "romano" en el que elegías un tipo de carne con una salsa de acompañamiento, pan y bebida. Pues la salsa estaba riquísima, era de miel, vinagreta, frutos secos y dátiles, ¡deliciosa! Y de postres nos compramos unos Baklava, aquí los tenéis:
me encanta todoo!! mmm y esos baklava!!
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